Educación es una palabra compleja, como complejo es el hecho de que nuestros países no alcancen aún, los estados de desarrollo educativo que siempre se forjan en los planes de acción ministeriales, o inclusive, en las promesas políticas electorales. Una palabra a la que se vuelve con insistencia tras los resultados que miden el desempeño del área, tras las huelgas, junto a los procesos de certificación, a los reclamos salariales, alrededor de la oferta y la demanda educativa.
En la complejidad también aparecen aquellas acciones que desvanecen los éxitos alcanzados, modifican los programas por que sí, o sin sustento técnico, nos alejan de la identidad cultural, para dejarla fuera de competencia en la carrera de formarnos como Latinoamericanos integrados.
Educación es el futuro y claro que lo es, pero antes de ello, ojalá sea el presente algún día. Para serlo, necesitamos pensar con cierta inmediatez. No aquella que olvida el mediano y largo plazo como metas interesantes y coherentes; sino aquella que con una mejor visión, detecta el bloqueo burócrata, el desatino desinformativo, la necesidad desestabilizadora, y la incoherencia política que siempre ofrece y ofrece y no logra.
No es complicado sin embargo, dar una mirada por Latinoamérica y ver que existen bloques de éxito etáreo, programas que le cambian la vida a la gente, liderazgos efectivos inclusive nacionales, esfuerzos gremiales, empujes privados, individualidades en el staff estatal formativo, y también proyectos, ideas en formación e intentos honestos de forjar una educación propia, fortalecida, consecuente, útil y más humana.
Allí mismo, en esos éxitos, se encuentran también, los objetivos de aquellos abanderados engañosos de la cultura, que pareciera reciben instrucciones en contra, y que en realidad se dedican a desarrollar una percepción nociva de los avances… tildan mal, asignan mal, etiquetan en contra y desestiman los avances, por que simplemente deben pensar que Latinoamérica no se merece el desarrollo o que sólo sus billeteras merecen ser llenadas con la compra de voluntades. Lo que no saben es que tanta gente se suma día tras día a la verdad y a la transparencia sobre lo que ocurre, que tarde o temprano Educación significará Revolución. Y no aquella violenta y sangrienta, que muchas de nuestras latitudes han padecido, y sobre las cuales nadie quiere retroceder, sino una en donde con paz, integración, inteligencia y decisión, se defina un camino propio, basada en la integración de las experiencias exitosas, transversales y honestas, que muchos héroes públicos, privados y anónimos han confirmado y vienen ejecutando.
Si existe una ruta recomendada, esta acción deberá tomar en cuenta el aporte multidisciplinario de otras actitudes profesionales, para forjar una Educación para una nueva vida, donde la palabra inclusión no se preste para la broma, sino para enumerar objetivos serios para ser asumidos por líderes serios, responsables y respetuosos de los fondos públicos. Si existe este camino, sólo podrá ser creado desde la educación en la familia, aquella que integra el compartir y sensibiliza el conocimiento y su filtrado inteligente. Y como todo, aunque no lo veamos aún, ese camino deberá tomar en cuenta cortar, anular y desestimar los círculos viciosos enquistados en las Instituciones, tanto como unificar objetivos y beneficios en todas las direcciones que actualmente se recorren en términos de educación en nuestros países.
No es un delito generalizar cuando hablamos de Latinoamérica, y aunque veamos que es inconsistente, no incorporar excepciones que por historia, cultura, o personalidad nacional deberían considerarse, lo cierto es que tarde o temprano, el comercio, la cultura, la inversión, las relaciones entre las personas, las redes sociales, y el día a días, nos demostrará que sí pues, todos defenderemos nuestra identidad nacional, pero hermanándonos, sin dejarnos llevar por aquellos planes que buscan sembrar la semilla de la división, y eliminar o dirigir a un sólo territorio, nuestro potencial de bloque desarrollado.
En la Educación está la respuesta y la solución a todos los problemas que actualmente nos aconsejan abandonar la esperanza de ser verdaderamente libres y respetuosos de nuestras diferencias. En la Educación está la comprensión para alcanzar el entendimiento de las complejidades que nos rodean y condenan nuestro alrededor. Esa esperanza no está en centralizar recursos y exigencias en una sola de las provincias de nuestros países, acaso la capital, sino en descentralizar el desarrollo educativo para que detone el desarrollo económico.
Por último, la Educación como política transversal en todo tipo de políticas también deberá mostrar resultados en los siguientes años, cuando percibamos que los ejemplos de gestión Latinoamericanas, crean ciudadanos respetuosos de la integridad de sus pares, eliminando las deficiencias de nuestros sistemas actuales y fortaleciendo todo aquello que atenta hoy contra la seguridad de nuestras familias.
La Educación lo es todo, y si de un modo u otro no lo asimilamos como ciudadanos e integramos en nuestro rol, todo lo demás será nada.
¡Éxitos para todas las maestras y maestros que celebran en el Perú su día hoy 6 de Julio!
Atentamente,
Sergio González
Director OVERFLOW