En el intento de responder hoy la pregunta: ¿Qué implica apostar por la innovación en mi negocio? diremos que hace mucho tiempo que las herramientas de la innovación están llegando al Perú y a muchos países de Latinoamérica.
A diario, en las oficinas donde se practica la innovación o en los eventos donde se habla de ella, hemos inundado al concepto de emprendimiento de tantas herramientas, que ya se habla del término “emprender” como un sinónimo de “innovar” y al mismo tiempo, conceptos como la diferenciación y la creatividad se han fusionado también, en esta especie de revolución nutritiva, de la dimensión de la gestión y dirección en los negocios.
La pregunta para muchos es: ¿Por qué apostar por la innovación en mi negocio? ¿Realmente la necesitamos? ¿Nos va a ayudar en forma real? ¿Qué supone innovar?
¿Qué implica apostar por la innovación en mi negocio?
1. Definir el negocio desde la oferta: la forma tradicional.
¿Qué implica apostar por la innovación en mi negocio? es una pregunta que bien puede responderse observando las formas tradicionales de hacer o definir negocios.
El estudio de la Administración, por ejemplo, enseñó siempre que de forma tradicional, al hablar de crear un negocio o emprendimiento, aprendamos sobre: Estudios de Mercado, encuestas de satisfacción, definición de ideas y planes de negocio, de misión, visión y valores, tanto como de diversos elementos de la planificación estratégica.
Y al mismo tiempo, estructurábamos el otro lado de la moneda, estableciendo a priori y bajo los mejores criterios, asuntos como el capital de trabajo, la inversión total y los plazos de recuperación (al famosa “corrida financiera”), que han sido por larga data, el centro del pensamiento y quehacer empresarial al momento de “poner un negocio”.
En su momento, definirlo todo para luego de alquilar una oficina o una tienda, lanzar negocios al mercado de forma frenética para comenzar a ganar dinero ya, ha sucedido con éxito, de otro modo no existiría mucho de lo que puedes ver al salir a la calle.
El pequeño detalle es que la estadística, de 9 negocios quebrando con 1, de cada 10 alcanzando un desarrollo mediano, refleja una disfunción que necesitamos detener, y para lograrlo, necesitamos entender cómo es que la enorme quiebra de negocios nos muestra que evidentemente, no estamos emprendiendo de forma coherente, que algo falla.
Otro importante síntoma lo comprenden las grandes empresas que finalmente tuvieron que cerrar operaciones, venderse, reducir planilla o simplemente ser devoradas por sus nuevos vecinos, aquellos que innovaron sus “modelos de negocio” un término que hoy, asusta a los grandes capitales.
Aquella decisión de definir primero, ofertar después, y luego de la inversión, esperar resultados, es una de las grandes cruces de quienes “no atinan” a conectarse con la demanda o de quienes tuvieron que descubrir durante el proceso de ventas, todos los cambios y ajustes que rediseñaron su plan, en los últimos años.
2. Crear el negocio preguntando o sometiéndolo todo a la duda razonable.
Una de las ventajas que permite apostar por la innovación, es que sus técnicas se concentran en la clave más central de todas: los clientes. Y desde los clientes, la acción de respuesta a una oferta meditada desde el conocimiento cabal de este, produce más ventas, como consecuencia.
Sin embargo, para llegar a este estado de constante escalamiento (crecimiento desmedido) -parece magia y no lo es- , necesitamos dudar, preguntar, cuestionarnos, profundizar y llegar a lo más profundo de este cliente, para encontrar los hallazgos necesarios que nos conecten con ese poder.
Al buscar que la consecuencia sea comercial y esté pegada al diseño integral, tomando en cuenta el pensamiento del cliente, entendiéndole lo más profundo posible, las herramientas de innovación no sólo ofrezcan un mejor panorama de resultados, sino que eliminan la definición de un proceso competitivo basado en lo que otro negocio o líder de negocios hace al desarrollar una oferta, o inclusive, enfocarse en un perfil de clientes similar al nuestro.
Competimos por la mente y la decisión del cliente, por su breve fidelización, por su preferencia esporádica, pero lo hacemos buscando la repetición constante de una prueba, que será cada vez más honesta y feliz, porque tras conocerle siempre, produciremos opciones a medida, que cambiarán y se convertirán en satisfactores siempre.
Es decir: Innovamos y no hay vuelta atrás que pueda doblegar al proceso, a menos que busquemos volver al espacio tradicional o dejar de innovar, para hacer algo que lo supere, y por lo pronto, esa dimensión desconocida, no existe.
3. El espacio de la innovación, va más allá de la creatividad.
La flexibilidad del diseño, el arte y la integración de otras disciplinas vinculadas a la psicología del consumidor, han aportado de sobre manera para que por ejemplo Desing Thinking, Co Creation, Lean Start Up, Agile y otras técnicas existan, subsistan y obtengan éxito con testimonios reales.
Parece que la innovación y su costumbre de preguntar y buscar hallazgos, es la causante de “tanta duda” tan constructiva. Y lo cierto es que tremendo término, tan sencillo en su explicación, necesita difundirse más pues muchos empresarios lo sienten denso, complejo y difícil de asumir.
La existencia del enfoque innovador, no significa que la administración y/o las finanzas no ocupen una posición importantísima en el nuevo diseño mental de los negocios “fuera de la caja” que hoy nos abordan con entusiasmo.
Tampoco quiere decir que todo esto haya surgido en forma exclusiva para los jóvenes emprendedores.
4. Velocidad y eficacia al innovar.
Las metodologías que permiten innovar se caracterizan por establecer herramientas y enfoques que encuentran hallazgos relevantes en torno al perfil del cliente, la necesidad por satisfacer y el producto o servicio ideal que la relacionará con el cliente.
Además, permiten establecer en el contacto, las validaciones que llevan las ideas a niveles de cercanía y coincidencia tales que, de un modo u otro, es posible llegar a concebir negocios, oferta e inversiones con mayor certeza de éxito.
De este modo, aprendemos a ser más eficaces en la gestión de los recursos, cuyo flujo más elevado inicia después del encuentro con la idea fuerza, con todas y cada una de sus claves y potencialidades.
La velocidad es el diferencial versus la definición de los planes de negocio de antaño, pero más aún, el hecho de llegar rápido a una solución muy vinculante.
En un escenario de cercanía con el cliente, que lo comprende como parte inherente del proceso de creación y diseño, los primeros contactados, suelen volverse los primeros compradores de la idea, lo que le otorga a las metodologías para la innovación, una mirada estratégica más que inteligente.
5. Apostar por la innovación: apostar por el cliente.
Las preguntas que pueden hacerse, se pueden ejecutar desde y para cualquier persona, el cambio radical es que la decisión de enfoque además de centrarse en la necesidad, busca al early adopter, aquel futuro cliente dispuesto a -durante el proceso de innovación- vincularse con una compra temprana, a pesar de encontrarse en desarrollo.
Y comprar en términos de innovación, puede o no significar un pago, por ejemplo, en Overflow Emprende, buscamos clientes para probar servicios y luego lanzarlos al mercado evaluados por los primeros clientes y, a pesar de que se trata de una entrega sin precio, no todos “compran” el proceso de prueba.
La innovación al apostar por el cliente, aporta un proceso de contacto que investiga su más profundo deseo de compra mediante herramientas diversas, de modo que irá perfilando necesidades y características del buyer persona, hasta identificarlas y encontrar esa energía poderosa, cuando los participantes, resulta que están ampliamente representados en la sociedad.
6. Herramientas innovadoras: remar contra la corriente.
No todas las empresas van a desarrollar en los siguientes años, procesos que impliquen innovar, y se orientaran en mayor medida a digitalizar procesos sin mayor cuota de innovación. Y no lo harán por que les será difícil remar contra la visión tradicional de su enfoque competitivo o dejar de influenciarse por la necesidad de conectar con los clientes en el espacio digital.
Es por ello que innovar implica un cambio de mentalidad contra corriente, que primero necesita rediseñar la forma como nos acercamos al cliente, que toma como principio que no sea solo porque queremos vender, sino más bien, investigarle para mejorar nuestros procesos, productos y servicios, orientándonos con profundidad a sus necesidades.