Más allá de asociarte para emprender

Más allá de asociarte para emprender

Alrededor de los negocios que muchos de nosotros hacemos, deberíamos aportar lo mejor de nuestras capacidades para consolidar en una gran empresa consolidada, un mejor futuro para todos. Eso es lo que por lógica debería ocurrir “a granel” en nuestra sociedad. En contraste, veo tantos productos y servicios de buena calidad, por todas partes, que sin embargo, no funcionan o no alcanzan los objetivos que necesitan para seguir adelante, o lo que es peor se quedan a la mitad sin llegar a ser conocidos por quienes de verdad los comprarían gustosos.

Me apena que en nuestro escenario la asociatividad empresarial, la búsqueda de un socio de negocios o inclusive la fijación de alianzas o consorcios, no sea una decisión de negocios usual y masiva en nuestro países, o no forme parte de los pasos naturales para emprender, como si lo forma la iniciativa individual casi “a escondidas” de poner un negocio como si por hacerlo, se nos agrandasen las capacidades.

Las cifras no engañan, lo que más existe en Latinoamérica, son negocios individuales de subsistencia y esta conclusión no sólo se escucha en ponencias, sino que se puede ver a simple vista. No digo que no existan capacidades individuales sobresalientes, pero hasta los grandes gurús de los negocios jamás han estado solos en la tarea de hacer empresa: ¿Si se trata de asociarte para emprender por qué no les seguimos los pasos?

¿Es problemático buscar un socio de negocios?

Muchos de los emprendedores que he entrevistado alguna vez, o con quienes he conversado sobre este delicado asunto, han coincido en algo: buscar un socio empresarial o de negocios, es muy similar a encontrarte con tu alma gemela para casarte, lo que desde ya es complicado, primero debes creer en esa idea y finalmente se dice que muchos fallan o no la encontrarán. ¿Estamos positivos no? 😉
Entonces muchos comparan esa intención fuerte y sincera inicial que termina en la peor pesadilla, con la experiencia de “hacerse de un socio que lo complicó todo” y por eso es mejor “hacerla solo”. Además, hoy, la cultura del “ok si no funciona lo deshacemos” está muy enraizada y no permite el despegue de mejores alternativas para el desarrollo. No dudaría en decir aquí entonces, que todo lo que llevamos al matrimonio, también lo llevamos a las sociedades que fundamos, así que lo mínimo que debemos tener, es pues, un sano, hondo y sincero cuidado para con nosotros mismos, al momento de elegir con quien emprender brazo a brazo cada uno de nuestros más amados negocios. Y lo digo así por que sin duda hay amor y desamor en todo esto. Asociarse para emprender, es entonces, un desafío para los valientes.

Es blanco o negro, no puede ser plomo. Nuestro peor error: la indefinición

Para empezar, vale la pena decir que un socio no es un trabajador, colaborador, comisionista vendedor, o administrativo temporal o cómo le querramos llamar a esa fórmula muy hispanoamericana de proponer acuerdos a nuestros amigos, recomendados o conocidos “para ver si funcionan” y llamarlos, de pasadita “sociedad”, presentándolos en toda la escala musical de nuestra red de contactos como “nuestro socio o partner”.

Si lo analizamos, no hay sociedad, y no hay pertenencia alguna a algo que se le parezca. Así que resulta mucho más provechoso plantear el avance hacia un estado societario, si éste se da como consecuencia de múltiples ganancias previas. Tal como lo veo, lo otro sólo genera insatisfacción, crea falsas expectativas y bloquea la realidad. No obremos mal entonces, hagamos bien las cosas, comenzando por comunicar bien qué esperamos de un socio y lo dispuestos que estamos de alcanzar ese estado cúspide de entendimiento. Solución : Vamos por la convivencia antes que por el matrimonio de negocios sin amor de por medio.

La comunicación formal es vital

Otro punto importante al momento de elegir un socio tiene que ver con la formalidad. No podemos pasar por alto que ambas partes, mucho más cuando se trata de una propuesta de negocios, necesitan formalidad. Quizá uno más que el otro, si se trata de dos amigos que funcionan bien en la amistad pero que necesitan más que confianza si se trata de poner dinero en riesgo sobre la mesa. Formalizar una propuesta de convocatoria para formar una empresa, implica la toma de decisiones legales correspondientes, y en ese ámbito existen alcances que deben discutirse, sobre qué implicará ser socio de tu socio, y viceversa.

Solución: No hay mejor fórmula que enumerar las ideas, hacerlo con un abogado de mutua confianza, tener el documento final final listo y dejarlo todo en manos de la máxima aquella que prioriza la total satisfacción como sombrilla del pleno entendimiento informado. Haces eso y no perderás tiempo mañana tratando de solucionar temas legales además de complicaciones maritales por malos entendidos 😉

Si no creías en el “papelito manda” pues estás a punto de ingresar al reino de esa famosa frase. 😉

Debe hablarse sobre dinero de manera natural y directa

Si te da pánico expresar los asuntos monetarios, los compromisos económicos o inclusive los riesgos que se deben asumir en términos de dinero, pues no estás preparado para la convocatoria de un Socio de Negocios ni en lo más mínimo y lo mejor es que, o esperes a estarlo, o emprendas formalmente con una EIRL si acaso quieres pisar el terrero de lo empresarial y adquirir experiencia. Si por el contrario, tu caso es la firme determinación por lo formal, eso es lo que te dará grandes réditos.

Para decirlo en cristiano, los socios ASUMEN TODOS LOS BENEFICIOS Y TODOS LOS RIESGOS en el porcentaje en que estén representados sus aportes, y controlan todo o deciden sobre todo, basados en ese mismo porcentaje. En las normas legales que rigen la creación de empresas en latinoamérica esa es la pauta, el peso del aporte manda. La suma de los aportes (participaciones, acciones o como se les llame) representan el capital de una nueva persona llamada empresa. El tema varía un poco según la fórmula societaria que elijas y el número de socios que la ley establezca como mínimo o máximo, y obviamente el país donde desees hacer empresa, el rubro y otros detalles más, sin embargo, algo prevalece, necesitas hablar con precisión sobre el dinero y hacerlo mirando a los ojos ¿no?

Solución: En términos de plata, es mejor tener todo brillante como el oro y bien establecido. 

Si es bueno para ti es bueno para el resultado que obtendrás

Terminaré señalando algo que muchos emprendedores no toman en cuenta. Del mismo modo como llega tu momento y sientes que debes casarte, con todas las responsabilidades que ello implica, del mismo modo llega el momento en que sientes que debes asociarte. El pequeño problema es que, si no optas por el momento adecuado para ti, a pesar de haber tomado en cuenta todo lo anterior, del mismo modo puedes llegar a cometer una gran equivocación. ¿Por qué? Pues es simple, todo emprendedor debe estar preparado para aprender a en algún momento ponerse de lado y dejar que el otro tome las riendas. ¿Estás listo para eso?

Deberás aprender a coordinar, negociar, aceptar, ceder, pelear ideas sin ofender, proteger las relaciones internas, valorar a tu socio antes que a tu familia o tus amigos, interpretar correctamente los pensamientos de tu socio, ampliar tus costumbres de comunicación, aprender a comprender el temor frente al gasto, a la inversión, al crecimiento, saber complementar y lo que es más difícil, tomar decisiones en conjunto.

He sido testigo de relaciones societarias forzosas que tienen luego, complicaciones a nivel de la relación misma pues los emprendedores jamás estuvieron preparados para aceptar lo que implica ser, actuar y pensar como socio, algo así como cuando te casas y sigues pensando como soltero o soltera. 😉

Espero que esta información te haya servido, ten en cuenta que es una síntesis de casos de la vida real. Si necesitas asesoría en temas vinculados a la decisión de formar una empresa, no dudes en llamarnos.

¡Éxitos!

Sergio González Marín
Director – OVERFLOW
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