El teatro es antiestrés y más que solo un arte vivo

El teatro es antiestrés y más que solo un arte vivo

Cuando todo empezó hace más de 25 años, convivían en nuestra existencia emprendedora, dos organizaciones: Marketing Red y Artes Unidas. La primera se vendió y la segunda sobrevive hasta nuestros días principalmente porque el teatro es antiestrés.

De hecho, luego apareció Overflow (un término herencia de aquella época centrada en el desarrollo web) y siguió impulsando (ahora formalmente) todo aquello que Artes Unidas emprendiera.

Y por supuesto que no ha sido fácil, pero hoy no vamos a hablar de aprendizajes, triunfos, fracasos, pérdidas y amigos y vidas tocadas gracias a toda la experiencia emprendedora y cultural, hablaremos del impacto del teatro en los emprendedores.

¡El teatro es antiestrés y tú lo sabes!

¿Quieres resolver tensiones con tu pareja? ¡Ve al teatro! Disfruta de una obra cómica. ¿Te ríes hasta más no poder en los momentos más inoportunos? ¡Busca un drama y ve a llorar para compensar la vida! ¿Te hace falta sacar desde dentro tus sentimientos? ¡Vista un teatro cualquiera cerca de casa y déjate conquistar por el arte más vivo de todos!

Todos sabemos acerca del poder del teatro al verlo

El teatro es antiestrés y no hay nadie sobre la tierra, que luego de haber pasado por la experiencia (sobre todo la primera vez) que no se haya quedado “zafado” de su propio statu quo”. Es algo así como cuando el día está a la mitad y necesitas caminar por los pasillos de la oficina tomando café, sabes lo que necesitas y lo haces.

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El arte vivo que nunca se repite igual

Es cierto, cada función es otro mundo, vivencias nuevas, sentimientos renovados, una atmósfera humana distinta. Y de eso dan cuenta quienes van dos veces a ver la misma obra (algo más emocionante que ir dos veces al cine o ver la misma “peli” 100 veces en Netflix).

No solo porque interiorizar al personaje supone que el actor o la actriz se deje llevar por esas emociones, sino que el teatro es antiestrés también para quien lo escenifica. Cuando dicen que en la repetición está el gusto, o pensaron en el teatro o en todo aquello que se repite “tal cual” todo el tiempo y nos estresa. Pues en el teatro las cosas de este tipo son distintas. ¡Haz la prueba!

Oportunidades para revivir y resolver

El teatro es antiestrés como venimos diciendo, pero también es un cúmulo de oportunidades de todo tipo: sensoriales, amicales, sociales, de aprendizaje, de cambio de mentalidad, de reflexión, o para activar tus emociones luego de espacios de letargo sin respuestas.

Muchos dicen que la vida, sin teatro, no sería vida, y no les falta razón.

Una chispa de vida cuando todo parece apagado

¿Alguna vez has sentido que los días se suceden sin motivantes que te despierten?

El teatro es antiestrés porque sacude el polvo de la rutina y te aleja del “modo apagado”. Es como abrir una ventana cuando todo huele a encierro. Hay algo en ver una historia ajena que, de pronto, se vuelve propia. Uno se descubre riendo de lo que duele o llorando por lo que no se atrevía a decir. Eso es lo que logra el arte escénico: ponerle voz a lo que llevamos dentro, y regalarle un poco de oxígeno a lo que creíamos olvidado.

Un entrenamiento emocional para valientes

Mientras algunos buscan el gimnasio para sacar fuerza, otros entran al teatro para ejercitar el alma. Y sí, el teatro es antiestrés porque nos invita a sentir sin filtros, a experimentar sin juicio, a desarmarnos para reconstruirnos mejor. Es un espacio donde no se espera que finjas. Basta con estar, mirar, conectar. Y ese acto de simple presencia, se vuelve catarsis. Ideal para quienes no se dan permiso de hablar, pero sí de mirar. El teatro lo hace todo por ti.

Del estrés al encuentro: el poder de lo compartido

Ver teatro no es un acto solitario. Aun si entras sin compañía, sales distinto gracias a la energía que se comparte: “la butaca te transforma” dice nuestro director por una obra especial que le ha hecho ser otro.

Porque el teatro es antiestrés cuando te saca del yo para ponerte en el nosotros. Hay aplausos, silencios colectivos, risas que se contagian, y una sensación extraña (pero hermosa) de ser parte de algo más grande. Al salir, algo cambia. A veces no sabes qué es. Pero se siente como si algo se hubiese acomodado mejor por dentro.

Haz del teatro un hábito, no una excepción

La próxima vez que el mundo te pese, en lugar de apagar todo y esconderte, enciende tu curiosidad y sal a buscar una función. Que no te detenga el título, ni la sala, ni el horario. Solo ve. Porque el teatro es antiestrés si lo dejas entrar en tu vida como una rutina buena, como una pausa necesaria. Hazlo parte de tu mes, de tus planes, de tus formas de sanar. A veces, lo que necesitas no es un descanso… sino una obra que te devuelva las ganas.

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