Aprendamos a llamar a las cosas por su nombre

Aprendamos a llamar a las cosas por su nombre

¿Alguna vez has tenido que ser directo y claro en una reunión de negocios o en un trato con un cliente, solo para ver cómo la situación se vuelve incómoda o tensa? ¿Te has sentido frustrado por no saber cómo manejar las consecuencias de ser demasiado honesto o frontal?

En el mundo de los negocios, aprender a llamar a las cosas por su nombre es esencial, pero muchas veces las situaciones requieren de estrategia y sensibilidad para evitar malentendidos o rupturas innecesarias. La forma en que comunicas la verdad puede hacer la diferencia entre un buen acuerdo y un fracaso.




Llamar a las cosas por su nombre: cómo hacerlo con estrategia y efectividad.

Decir la verdad es un acto de valentía, especialmente cuando está en juego tu negocio o tu reputación. Pero no se trata de ser brutalmente honesto en todo momento, sino de hacerlo de manera estratégica y efectiva. A continuación, te comparto 8 claves motivadoras para que aprendas a llamar a las cosas por su nombre con asertividad, sin perder tu tacto ni tu propósito.

¡Y claro que puede ser complicado manejar con tu equipo cierto nivel de verdad que es inevitable compartir, abordar o enfrentar! ¡Pero alguien tiene que hacerlo y ese alguien eres tú emprendedor!

1. Sé consciente de tu intención.

Antes de hablar, reflexiona sobre la intención que guía tu mensaje.

En el ámbito empresarial, ser claro y directo puede ser fundamental para tomar decisiones rápidas, pero siempre debe haber un propósito claro detrás de cada palabra. Si tu intención es corregir un error, fortalecer una relación o aclarar una malinterpretación, llamar a las cosas por su nombre no solo es útil, sino esencial.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “Este proyecto no ha dado los resultados esperados, vamos a ver cómo podemos mejorar.”
  • “Este acuerdo necesita más claridad antes de seguir adelante.”
  • “Entiendo que hubo un malentendido, hablemos de cómo resolverlo.”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “Este proyecto es un fracaso total, ¿qué vamos a hacer?”
  • “No sé por qué seguimos perdiendo el tiempo en este acuerdo.”
  • “Todo está mal, no sé qué más decir.”

2. Encuentra el momento oportuno.

La clave de llamar a las cosas por su nombre está también en el momento adecuado.

En los negocios, el contexto es esencial. Hay momentos para ser directo y otros en los que se debe esperar el tiempo justo para que el mensaje sea recibido de manera efectiva. Escoge los momentos de mayor tranquilidad y hazlo con meditación y calma, de modo que, todos los involucrados puedan escuchar con mente abierta. El tiempo puede llegar a ser un buen aliado.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “En nuestra próxima reunión, me gustaría aclarar algunos puntos para seguir avanzando.”
  • “Aprovechemos este espacio para discutir de forma tranquila los puntos que necesitan más detalle.”
  • “Después de este proyecto, necesitamos reunirnos y discutir las áreas de mejora.”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “Esto está mal y lo tengo que decir ahora, en medio de todo.”
  • “No tengo tiempo, así que te lo digo aquí y ahora.”
  • “Vamos a hablar de esto ahora, sin importar el momento.”

3. Usa un lenguaje claro, pero empático.

La claridad no está reñida con la empatía. Llamar a las cosas por su nombre de forma efectiva implica utilizar un lenguaje directo, pero que no dañe a los demás. En el entorno de los negocios, ser directo no debe significar ser insensible o dañino. Asegúrate de que tus palabras sean claras y que al mismo tiempo respeten la dignidad de la otra persona.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “Entiendo tu perspectiva, pero creo que necesitamos revisar este enfoque para que sea más efectivo.”
  • “Sé que has estado trabajando mucho en esto, pero necesitamos hacer algunos ajustes.”
  • “Tu propuesta es buena, pero quiero sugerir algunas mejoras para lograr mejores resultados.”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “Lo que hiciste está mal, simplemente no funciona.”
  • “Esto está pésimo, ¿por qué no lo hiciste mejor?”
  • “Tu propuesta no tiene sentido, ni siquiera voy a considerarla.”




4. No asumas, pregunta primero.

En los negocios, asumir puede ser un error costoso. Antes de llamar a las cosas por su nombre, es crucial entender bien la situación. Si no tienes toda la información, es mejor preguntar antes de dar por hecho algo. Esto evita malentendidos y permite que tu mensaje sea más preciso y fundamentado.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “¿Podrías aclararme un punto antes de continuar?”
  • “Tengo algunas dudas sobre este tema, ¿me podrías explicar un poco más?”
  • “No estoy seguro de entender del todo, ¿te importaría darme más detalles?”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “Esto está claro, no hay más que decir.”
  • “Supongo que ya lo entendí todo, no necesito más explicaciones.”
  • “No me importa lo que digas, ya tengo mi propia conclusión.”

5. Practica la auto-honestidad.

Ser honesto contigo mismo es el primer paso para poder serlo con los demás. Si eres emprendedor o empresario, la auto-honestidad te permite reconocer tus propios errores, debilidades o áreas de mejora. Cuando llamas a las cosas por su nombre de manera auténtica, primero debes mirarte a ti mismo con sinceridad.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “He cometido errores en este proyecto, y estoy aprendiendo de ellos.”
  • “Sé que puedo mejorar en la organización de mi equipo, pero estoy trabajando en ello.”
  • “He estado enfrentando desafíos con la gestión de tiempo, pero estoy buscando soluciones.”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “No he hecho nada mal, los problemas son culpa de otros.”
  • “Todo va bien, no necesito cambiar nada.”
  • “No tengo nada que mejorar, la culpa es de los demás.”

6. Aprende a escuchar con apertura.

El proceso de llamar a las cosas por su nombre no solo involucra lo que tú dices, sino también cómo escuchas. Escuchar con atención y apertura te permite comprender las perspectivas de los demás y ajustar tu enfoque si es necesario. En los negocios, la comunicación es una vía de dos sentidos.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “Entiendo lo que estás diciendo, ahora veremos cómo podemos solucionarlo juntos.”
  • “Voy a escuchar tus puntos de vista antes de tomar una decisión.”
  • “Gracias por tu feedback, lo tendré en cuenta para mejorar.”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “Ya sé lo que vas a decir, no necesito escuchar más.”
  • “Eso no me interesa, ya tengo mi propia opinión.”
  • “Lo que dices no cambia nada, no voy a escucharte.”
Llamar a las cosas por su nombre puede ayudarnos a comunicarnos mejor con nuestros equipos
Llamar a las cosas por su nombre puede ayudarnos a comunicarnos mejor con nuestros equipos




7. Sé valiente, pero no violento.

Ser valiente al llamar a las cosas por su nombre implica decir lo que piensas, pero de manera respetuosa. En los negocios, es fundamental ser claro y directo sin recurrir a agresiones o actitudes destructivas. La honestidad no necesita ser hiriente para ser efectiva.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “Creo que este enfoque no está funcionando, pero podemos mejorarlo con algunos cambios.”
  • “Esta situación es difícil, pero podemos superarla trabajando juntos.”
  • “No estoy de acuerdo con esta decisión, pero quiero que discutamos otras opciones.”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “Esto es un desastre, no hay nada que hacer.”
  • “Este enfoque es una mala idea, nadie lo va a aceptar.”
  • “Esto no sirve, ¿cómo no se dieron cuenta de eso?”

8. Convierte la verdad en herramienta de cambio.

Llamar a las cosas por su nombre no es solo un acto de honestidad, sino también una herramienta poderosa para el cambio. Cada vez que te enfrentes a una situación difícil, usa la claridad como una forma de transformar, mejorar y avanzar en los negocios.

Ejemplos de buen enfoque:

  • “Esta verdad puede ser dura, pero si la enfrentamos, mejoraremos como equipo.”
  • “Sé que este feedback puede doler, pero nos ayudará a mejorar el proyecto.”
  • “Es hora de hablar de esto, porque si lo hacemos, avanzaremos mucho más rápido.”

Ejemplos de mal enfoque:

  • “No vale la pena decir la verdad, no cambiará nada.”
  • “No sé para qué decirlo, solo va a empeorar las cosas.”
  • “Mejor ignoramos lo que está mal, no sirve de nada hablar de eso.”

Al final, llamar a las cosas por su nombre te permite tomar control de tu comunicación, tomar decisiones más claras y establecer relaciones de negocios más honestas y efectivas. Esto no solo mejora tu entorno profesional, sino que te hace más fuerte como líder y emprendedor.

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